No voy a desvelar qué le pasa a Ingrid, pero sí os diré que no se puede dejar de leer una vez has empezado: los personajes son cotidianos, muy cercanos y te implican en su peripecia, tan de cada día, tan adolescente que no pueden dejar de gustarte y caerte bien desde la primera viñeta. Preguntaos qué estabais haciendo con doce años y seguramente, por comparación, estas chicas os parecerán además un tanto heroicas. Si por último añadimos un punto divulgativo sobre salud y dieta insertado muy a tiempo en la narración, tenemos un cómic que nos deja un magnífico sabor. Yo no lo dejaría pasar por nada del mundo.
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